Durante las clases de religión en
el colegio, estudiamos Los Pecados Capitales, o Los Siete Pecados. Estos son
faltas graves y que pueden conllevar a otros pecados. Se definen como Lujuria,
Gula, Envidia, Pereza, Ira, Avaricia o Codicia, y la Soberbia.
Una de las primeras novelas en
inglés que leí se llamaba The Cardinal Sins, que se puede traducir como Los
Pecados Capitales, o Los Pecados del Cardenal. De hecho el título original hace
alusión al doble sentido, pues uno de sus personajes principales era un
cardenal de muy buena reputación, pero que a puerta cerrada no era el buen
pastor de la iglesia que representaba. Otro dato interesante es el autor de la
novela, Arthur Greeley, quien es un sacerdote.
Siete, es también el nombre de una
de las primera películas de Brad Pitt. En ella interpreta a un policía que
persigue un maniático matando gente en un diabólico ritual emulando los siete
pecados.
Al analizar con cuidado estos
pecados vemos que en principio no son malos. Por ejemplo, el humano debe comer
para subsistir. Come de manera moderada. El comer en exceso es un pecado y se
le denomina Gula.
Las relaciones sexuales son
necesarias para la procreación de la especie, obvio. Pero el abuso de ellas,
caer en desenfrenos de lujuria que van más allá de la procreación es un pecado.
Por otra parte, estudios han
revelado que el cuerpo humano puede aguantar grandes cantidades de tiempo sin
comida, pero sin dormir, el cuerpo colapsaría en menos de una semana. El polo
opuesto del descanso reparador es el exceso, el no hacer nada, y es aquí donde
cabe mencionar el pecado conocido como la Pereza o Desidia.
La envidia es desear lo que el otro
tiene. Mientras que la avaricia trata sobre bienes materiales, la envidia
abarca cualquier cosa, bien, persona, o talento. Este pecado debe ser de los
peores, pues meritó ser nombrado en la lista de pecados capitales y también en
los Diez Mandamientos.
La Ira, ese enojo desenfrenado que
desata el pequeño demonio que llevamos dentro. Una persona enojada dice lo que
no debe, hace cosas de las que luego se arrepiente. Es casi una negación del
uso de la razón. Por otra parte, aunque la enseñanza cristiana nos aconseja
poner la otra mejilla, esto no significa llegar al extremo masoquista y aceptar
todo. Sin embargo, la reacción irascible es tampoco aconsejable.
Uno de los papeles más famosos del
actor Michael Douglas es el de Gordon Gekko en Wall Street. En esta cinta, que
es una crítica al abuso capitalista, el personaje justifica sus acciones diciendo
que la avaricia, por falta de una mejor palabra, es buena. Aunque lo dice con
cinismo, fueron muchos los que se sintieron justificados en su codicia.
Y por último tenemos la Soberbia.
Ese orgullo que nos cuesta tragarnos a veces. El amor a uno mismo es parte
fundamental del ser humano. Abusar de esa condición cayendo en actitudes de
superioridad ante los demás, ver a otros con desprecio, eso es Orgullo, y es
pecado.
Para terminar les recomiendo leer
el libro de bolsillo escrito por el Papa Francisco en el que resume en diez
páginas los puntos básicos de la religión católica. La página ACI-Prensa ofrece
la descarga gratuita de la traducción al español.