Wednesday, December 2, 2015

Walter Krochmal, de doblar la voz del Papa a promotor del cine cetroamericano




Walter Krochmal es un experimentado actor de teatro, radio y cine independiente, además es un gran promotor cultural. Su trabajo lo ha llevado a participar en festivales como Cannes, el Edimburgh Fringe Festival. Recientemente visitó Honduras para impartir un curso sobre actuación a través de CC-Artes. Además ha narrado más de cien libros en inglés y español. En 2011 fundó el Bronx World Film con la intención de promover el arte y la cultura Latinoamérica en E.U.A.

Conocí a Walter por etapas. Luego de una introducción vía correo electrónico intercambiamos impresiones y hasta discutimos algunos libros. Luego a través de redes sociales las conversaciones eran más frecuentes. Y finalmente hace un par de años pudimos coincidir en persona.

Este 5 y 6 de Diciembre se dará el quinto ciclo del Bronx World Film, y Walter gentilmente aceptó contestar unas preguntas para nosotros.


¿Cómo surgió la idea de Bronx World Film?
En 2009, un corto en que actué y narré se admitió en el Festival de Cannes. Viajé a Francia para la proyección en el Short Film Corner, donde uno puede ver obras por cineastas de todo el mundo en salitas de proyección, o sentarse ante una terminal de computadora y ver películas sólo hasta rebosar de contento. Se realiza en el sótano, que tiene menos glamour, pero yo lo llamo el paraíso sobre la tierra para quienes aman el cine extranjero. Después de ver varias docenas de películas me comuniqué con los realizadores (muchos viajan a Cannes a promover sus películas, o uno les puede enviar correo electrónico desde las terminales de computadora) y volví cargado de sus DVD. La experiencia había sembrado en mi mente la idea de fundar mi propia organización de cine de ensayo en la ciudad de Nueva York.

Vivo en El Bronx, el condado norteño de la ciudad, que sufre de una carestía de instituciones artísticas (en 2009 tenía unas 4 salas de cine para 1,4 millones, ahora sólo tiene 2) y niveles más altos de desempleo y pobreza que el resto de la ciudad. Estas deficiencias también representan oportunidades, y los avances tecnológicos han hecho que la realización sea más accesible a personas con pocos recursos y con historias que contar. El Bronx también tiene vastas expansiones de tierra a precios relativamente baratos y alquileres asequibles, por lo cual sin duda representa el futuro. Estos factores me llevaron a radicar mi organización aquí, y no en la súper saturada Manhattan. Es más, como centroamericano que siempre se ha sentido frustrado por nuestra falta de visibilidad en esta ciudad, decidí hacer del cine centroamericano el enfoque principal de la programación, y orientar el trabajo en cine hacia el desarrollo integral humano. Ésa es la raíz de la visión.

La inspiración más profunda viene de mi niñez, cuando vivimos en King’s Hill, St. Croix, Islas Vírgenes y teníamos un traspatio grande, un mirador desde el cual se apreciaba toda la isla. Papá invitaba a nuestros amiguitos a ver películas de las Urracas Parlanchinas ahí con uno de esos proyectores antiguos y una pantalla móvil. Nuestro programa anual, el Ciclo, nos devuelve algo de la magia y el calor humano de mi experiencia infantil.

Cuéntenos algo del proceso de selección.
Bronx World Film tiene como misión promover todos los géneros de cine de ensayo, no comercial e independiente – obras que si bien pueden ser de bajo presupuesto, tienen tramas novedosas que se cimientan en conflictos entre seres humanos, grandes actuaciones y una dimensión poética–- apuntando a estimular el desarrollo integral humano, así que ese criterio rige el proceso de selección. Yo todavía elijo personalmente cada una de las obras que proyectamos, como he hecho desde el primer año, peinando la Internet, hablándole  a amigos y conocidos por Internet, y ahora contando con un cuerpo de artistas en cuya obra he llegado a confiar después de cinco años de cultivar relaciones con ellos.

Cuando recibo entradas, verifico los criterios que yo busco como artista cuando voy al cine. Una vez encuentro el primer largometraje en cada Ciclo, éste aporta a establecer el tema de las obras que elijo a continuación. El proceso de selección siempre ha favorecido la ficción, mas este año por primera vez tenemos un componente muy fuerte de documentales hechos por realizadores centroamericanos. Estas obras me cautivaron porque trascienden– y a veces demuelen – las convenciones del género con una fuerte dimensión poética que pone al descubierto realidades ocultas o enfoca una historia conocida desde una óptica inusitada.

Aparte de las películas seleccionadas con mano de conservador, ¿qué más incluye el festival?
Primero, la palabra «festival» despierta expectativas de ciertas convenciones. Los festivales suelen darse una vez al año y conllevan competencia y premios, que a menudo se otorgan partiendo de agendas ocultas que poco tienen que ver con el arte. Nuestro evento anual lleva como marca la etiqueta «Ciclo» porque está diseñado para generar proyecciones y programas similares en otros locales y otras comunidades. Desde que entra usted, lo saluda una estructura tradicional centroamericana, la firma de nuestra «champa» de bambú y manaca, que ha pasado de pieza escenográfica a cabina de proyeccionista. De buenas a primeras lo transportamos a ese entorno centroamericano.

Todas las disciplinas artísticas convergen en el cine, y el Ciclo refleja eso también. Una vez adentro, uno se encuentra con artesanías centroamericanas, artes visuales (que ahora constan de 2 exhibiciones, una en formato grande, otra formato pequeño) y un programa que entre cala música en vivo, poesía, danza y presentaciones con las proyecciones. Usted puede saborear exquisitos bocadillos centroamericanos a lo largo del evento y familiarizarse con la gastronomía de la región. Hemos creado una plataforma singular para el producto cultural y artesanal centroamericano. A nivel más amplio, si bien la gente puede ver películas en casa o en sus dispositivos, muchas de estas películas no se encuentran por ahí, y aunque se encontraren, en última instancia los seres humanos quieren estar con otros seres humanos. Creamos un ámbito nutrido de cultura para estimular esa sensación de estar en un pueblo centroamericano con programas artísticos de primera. Todo eso hace del Ciclo una experiencia única.

Este es el quinto año de realización, ¿considera que se ha vuelto más fácil o difícil?
Es laborioso producir un evento como este, aun cuando se tenga personal y presupuesto amplio, ninguno de los cuales tenemos. Cuánto más en la ciudad de Nueva York, que está saturada de artes. Uno tiene que promover hasta el agotamiento y sin parar, y eso significa estar al tanto de la gama en expansión constante de tecnologías informáticas, y hacerlo con mucha antelación. Como artista centroamericano, uno se topa con un desafío hasta mayor pues no tenemos estructuras gubernamentales ni privadas que apoyen iniciativas tales, nuestras comunidades tienden a venerar el fútbol y a evadir las artes (aun cuando sean gratuitas), y también tenemos una falta de cohesión social y poco respeto para las artes como instrumento para el desarrollo. Uno a menudo se halla trabajando sólo y sin reconocimiento, particularmente como hondureño, y eso requiere de una constitución fuerte.

Por otro lado, si uno se mantiene al corriente de la tecnología y siempre adquiere destrezas, facilita lograr esto sin personal y sin una bolsa pesada. A más experiencia, más fácil la faena hasta cierto punto, aunque si tenemos afán se superación, siempre se multiplicará el trabajo. Poner en el mapa comunidades como la nuestras y llevarle cine mundial a un público amplio, sin embargo, le da a uno un impulso indescriptible, valida todas las luchas y las hace algo más fáciles.

Ahora hablemos un poquito de usted: de actor a traductor, ¿cómo sucedió ese cambio?
Llegué a este mundo con los dones de la actuación y el idioma. Comencé a actuar como a los 6, y descubrí mi don de traductor a los 13, cuando viajé por toda Honduras rural como intérprete ayudándoles a los misioneros bautistas a fundar iglesias. He actuado en todos los géneros de teatro imaginables, interpreté una gama amplia de papales y he podido v algo de mundo. Habré traducido varios millares de páginas de literatura, teatro y poesía, y he subtitulado varias docenas de películas de los varios metrajes, todo lo cual equivale a una pequeña biblioteca. En los últimos 15 años he incursionado en la traducción legal, técnica y de finanzas, luego en la interpretación simultánea para conferencias y televisión. En 2005 pasé la prueba de Intérprete Judicial con Certificación Federal, una de las cualificaciones más altas que uno puede recibir como lingüista en Estados Unidos. Esta obra postrera me ha ayudado a subsidiar mi trabajo como actor y productor que trabaja en la periferia no comercial, a la cual me ciño porque con el arte comercial saturando todo aquí en Estados Unidos y otras partes, temo que estemos por perder el alma como especie. Estos días mis destrezas como actor y lingüista se complementan, así que sea que interprete debates y discursos políticos televisados o que trabaje en doblaje como actor y traductor, funciona como un todo integral. Por demás está decir que el ser bilingüe hace doblemente valioso mi trabajo en todos los campos.

Recientemente dobló la voz del Papa Francisco I. ¿Nos puede comentar sobre esa experiencia?
Sublime y gratificante! No llegué a conocerlo ni nada (algunos piensan que sí, y yo no hago nada por desentenderlos), mas hasta interpretando su voz al inglés desde una cabina aislada de transmisión en ABC News en la ciudad de Nueva York, me dio la sensación de que es un soplo de aire fresco para la Iglesia Católica y que trae nuevas esperanzas de romper con ciertos obstáculos graves que le han hecho lastre a la iglesia por generaciones. Como profesional, el que lo escojan a uno de entre tantos para una asignatura tan sensible representa la reivindicación de una vida de ardua labor en ambas de mis profesiones y, a juzgar por lo que otros me han indicado, logré captar la fuerza de su personalidad y su carisma, reteniendo lo natural y orgánico. Para mí eso significa éxito.

¿Algún comentario final que quiera compartir con nuestros lectores?
Casi todo lo que quiero compartir lo comparto en las redes sociales. Soy libro abierto (relativamente hablando). Lo que suelo decir en mis escritos y lo que ha constituido mi lema vitalicio vale recalcarlo aquí, para cerrar: no habrá sociedad civilizada ni desarrollo si se asfixian las artes. Eso va tanto para Centroamérica, en este momento crítico de su historia, como para El Bronx, ambos lugares que necesitan brindarle mucha mayor atención a las artes e invertir de forma más concienzuda en las voces creativas que residen en su seno. Ésas voces tienen la llave de la identidad y la memoria cultural, que para las sociedades asediadas por la pobreza representa su más grande caudal.

Para más información sobre Walter Krochmal y el festival visite