Han
pasado setenta años. El seis de agosto una bomba apodada “Little
Boy” destruyó cerca de ocho kilómetros a la redonda en la ciudad
japonesa de Hiroshima. Tres días después, la segunda explosión,
esta vez causada por “Fat Man,” destruyó una buena porción de
Nagasaki. Se calcula que murieron entre 150 y 200 mil personas por
causa directa de la explosión. Muchos más perecieron luego a causa
de envenenamiento por radiación, quemaduras y otras enfermedades.
Alemania
firmó su rendición a mediados de Mayo de 1945 con la llegada de los
soviéticos a Berlín. Sin embargo, la guerra en el pacífico
continuaba. Las fuerzas aliadas le dieron un ultimátum en lo que se
conoce como la Declaración de Postdam donde se le pide a Japón su
rendición, pero el orgulloso país no lo aceptó. El entonces
presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, ordenó el uso de la
nueva tecnología para conseguir la victoria.
El
ahora famoso Proyecto Manhattan cumplió su objetivo desarrollando en
paralelo dos tipos de fusión nuclear para las bombas. Little Boy
hecha a base Uranio, mientras que Fat Man fue a base de Plutonio. La
primera prueba de detonación nuclear fue el 15 de Julio de 1945 en
el desierto de Nuevo México.
Un
bombardero B-29 apodado Enola Gay despegó desde Tinian, una de Islas
Marianas en el Pacífico y voló durante seis horas hasta llegar a
Nagasaki. La ciudad era un objetivo estratégico debido a su base
militar desde donde se comandaban las defensas al sur de Japón. Tras
recibir informes sobre la destrucción, el Emperador Hirohito se
reusó a rendirse, aconsejado por estudios que asumían EUA no
tendría gran cantidad de esas nuevas bombas y Japón podría
resistirlas para luego continuar la guerra. Esto provocó el segundo
bombardeo, esta vez en Nagasaki. Para el 12 de agosto el Emperador
anunció la rendición.
En
su discurso anunciando el final del conflicto con Japón Harry S.
Truman dice: “Los pensamientos y esperanzas de toda América, en
realidad de todo el mundo civilizado, están puestos esta noche en el
Acorazado Missouri. Ahí, en ese pequeño trozo de suelo
estadounidense, anclado en la Bahía de Tokio, los japoneses han
rendido oficialmente sus armas. Ellos han firmado los Términos de la
Rendición Incondicional. Cuatro años atrás, los pensamientos y
temores de todo el mundo civilizado fueron puestos en otro pedazo de
tierra estadounidense: Pearl Harbor. El manifiesto de la
civilización que ahí comenzó ha sido ya puesto en reposo. Fue un
camino largo y sangriento a Tokio. No olvidaremos a Pearl Harbor.
Los militares japoneses no olvidarán al USS Missouri. Los actos
demoníacos hechos por el "dios japonés de la guerra" no
serán nunca reparados ni olvidados. El poder para matar y destruir
les ha sido quitado. Su ejército y lo que queda de su armada están
ahora impotentes. A todo eso surge primero nuestra sensación de
gratitud a Dios Todopoderoso."
Hasta
el momento, Estados Unidos ha sido la única nación del mundo en
haber utilizado armamento nuclear en un combate. En contraparte,
Japón ha sido el único país en sufrir sus consecuencias.
Desde
entonces la decisión ha sido objeto de debate. Hay quienes asemejan
la incursión como un crimen de guerra, otros la defienden como un
mal necesario. Algunos han sugerido que una explosión en la Bahía
de Tokio habría causado el efecto deseado en los japoneses sin dejar
tantas víctimas. La historia no puede reescribirse, solo puede ser
juzgada.
Publicado en Diario Tiempo el 8 de agosto de 2015
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