La
mayoría de la gente cree que el término “gringo” fue acuñado
en la guerra entre Estados Unidos y México en 1846, donde se usaba
como un grito de batalla mexicano debido al color verde del uniforme
invasor. Es decir: “green go” equivalía a “verdes váyanse.”
Una búsqueda más profunda sitúa el vocablo en España donde lo
usaban para cualquier extranjero. Quizá derivado de la frase: “eso
está en griego” cuando algo no se entiende. Griego, gringo.
Independientemente
de las teorías, la realidad actual es que al decir “gringos” en
cualquier país de América Latina sabemos que hablamos de los
estadunidenses. El gentilicio oficial es “americanos” debido al
nombre completo su país es Estados Unidos de América. Similar a los
Estados Unidos de Mexicanos son llamados “mexicanos.” En lo
personal, no estoy de acuerdo con el uso del término “americano”
pues deja relegados a las otras dos terceras partes del continente.
El término ha dejado de tener connotaciones peyorativas y ahora la
mayoría de los gringos no se inmutan al ser llamados de esta manera.
Hace
poco preparé una clase sobre las reglas de ortografía en español.
Tuve la oportunidad de investigar y darme cuenta de la gran cantidad
de vocablos usados en nuestro país y que provienen de la influencia
directa de los estadunidenses: términos como decirle “breque” al
freno por el “brake” del inglés, o el uso de galones al
despachar combustible, entre otros.
La
influencia de la ortografía inglesa también ha hecho meca en
nuestro idioma. Ahora es normal ver oraciones donde falta el signo de
apertura en admiraciones o preguntas. Resulta preocupante ver estos
errores siendo reforzados en campañas de publicidad, anuncios que no
respetan las normas gramaticales ya sea por ignorancia o descuido. Y
mejor ni tocar el tema de la ortografía en los mensajes de texto.
Antes
de la publicación de una novela, uno de los últimos pasos es la
lectura final por el denominado “corrector de texto.” Esta
persona no sugiere cambios en la trama, ideas de quien o donde debe
morir un personaje, o pedir se rescriba el final. Ese es el trabajo
del editor. El corrector de texto simplemente debe leer para asegurar
el cumplimiento de todas las reglas gramaticales y sintácticas del
idioma en que publica. Por escribir mis novelas en inglés he tenido
que aprender sus ortográficas y procuro cumplirlas. Sin embargo, los
cambios del corrector de texto son varios. Existe la regla informal
que si el corrector no encontró ningún error entonces no hizo su
trabajo.
La
proliferación de los famosos “call centers” ha creado una
demanda. El resultado es que las escuelas bilingües se han
multiplicado más que conejos recién bajados del arca de Noé. No
veo nada de malo en esto pues estoy consciente que el inglés es el
idioma del mundo. No es el de más nativos, pero si el segundo idioma
de casi todos. Y además estos centros de llamadas crean empleos para
jóvenes.
Será
quizá por mi experiencia en ambos idioma que presto más atención
en la influencia extranjera. Sin embargo, la influencia gringa en
nuestro idioma no deja de incomodarme. La costumbre hace ley, y si
suficiente gente escribe de cierta forma, el lenguaje invariablemente
se modificará. Estoy seguro que usted habla distinto de sus padres,
no utiliza las mismas palabras. De igual forma nuestros hijos no
hablaran como nosotros y muchas palabras ahora comunes caerán en el
desuso. Debemos cuidar el lenguaje para poder heredarlo a las
siguientes generaciones.
Publicado en Diario Tiempo 31 de julio de 2015
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