Friday, September 25, 2015

Historia de mi primer carro

Debo dar gracias al Ejército de Honduras por sus acciones aquella tarde-noche en 1991 después de la cual se sucedió una serie de eventos que terminaron en la compra de mi primer carro. En esa ocasión, tenía dieciocho años cuando elementos de las FFHH le hicieron parada al bus en el cual regresaba de la Universidad y bajaron a varios “voluntarios” para prestar el servicio militar obligatorio. Luego de inspecciones físicas y algunas preguntas de rigor, parece que habían alcanzado su cuota pues me dejaron ir. Por supuesto no en el lugar donde nos detuvieron sino a varios kilómetros de distancia, pero estaba tan feliz que preferí no presionar mi suerte y exigir jalón de regreso.
Busqué la manera de conseguir transporte propio. Visité bancos  —los cuales no prestan a menores de veintiún años—, cotizé agencias y autolotes, pero el financiamiento me eludió por meses.  Finalmente supe que mi abuelo estaba vendiendo uno de sus tres carros. Era un Lada Niva de doble tracción. No contaba con aire acondicionado, ni siquiera casetera, pero podría ser mío por la increíble cantidad de ocho mil lempiras.
Por esa época cambié de trabajo y recibí mi primer cheque por concepto de prestaciones. Bueno, en realidad fueron menos de mil lempiras por “derechos adquiridos,” pero se los envié a mi abuelo con una carta de promesa de compra. Esa naranja mecánica que compré tenía ya historia con mi familia. Mi abuelo lo compró de fábrica en 1982, luego lo cambió por un Ford Pinto. La beneficiaria de esa transacción fue mi mamá, así que aprendí a manejarlo durante mi adolescencia. Posteriormente mi abuelo, quien quedó añorando su carro, lo adquirió de nuevo, solo para vendérmelo un par de años más tarde.
Lada es la marca con que la empresa AvtoVaz comercializaba sus vehículos. La empresa era una colaboración entre la italiana Fiat con la Unión Soviética y comenzaron a mediados de los 60’s. Los carros eran de escasos lujos y su objetivo era convertirse en el vehículo del pueblo en los países del bloque comunista.
Los Lada tuvieron un “boom” en Honduras a principios de los 80’s y se popularizaron dos modelos. El modelo sedán que era muy económico. El modelo todoterreno Niva 4X4 era alabado por ser el carro más maniobrable sin contar con timón hidráulico.
Un adolescente con trabajo y carro solo puede significar una cosa: aventuras. Y las tuve. El galón de combustible costaba menos de cuatro lempiras. Tuve ese Niva por dos años,  lo aproveché para visitar el Parque Nacional Cusuco, La Ceiba, Tela. ¿Veamos el amanecer en Puerto Cortés? ¡Vámonos!
Creo que los hombres jamás olvidamos nuestro primer carro. Es una experiencia que marca nuestra vida. Me emocioné al ver a James Bond manejando uno en la cinta “El mundo no basta,” aunque no fuera modificado por Q y solo lo usaron para ir de un punto A al B.
El protagonista de mi novela Firefall maneja un Niva anaranjado y, de hecho, es la pista crucial que detona el climax final. Los Lada ya no son populares y cuesta encontrarlos por la calle, pero una nostalgia me invade cuando descubro alguno.

Publicada en Diario Tiempo el 25 de septiembre de 2015

No comments:

Post a Comment