Thursday, July 9, 2015

En memoria de Billy Peña

Desde joven leía las columnas de Billy Peña en Diario Tiempo. En algún momento él vivió cerca de la casa de mis abuelos en el Barrio Los Andes, y unos años más tarde fue compañero de labores con mi madre en Tele Diario, pero jamás lo había conocido.

Una de sus columnas llamó tanto mi atención y quise escribirle, pero no sabía cómo ni a donde. Dudaba si el Correo Nacional podría entregar una carta con solo su nombre y sin mayor dirección que la de Zona Americana, La Lima. Me avoqué a un amigo en común quien vive en el extranjero. En una de esas ironías de la vida para poder contactar a alguien en La Lima, antes llamé a Nueva York.

Finalmente conocí a Billy en el 2007. Hablamos por teléfono un par de veces e intercambiábamos correos. Yo le enviaba comentarios sobre sus columnas de opinión y él me contestaba. Como el título de su columna, Temas y Opiniones, Billy comentaba sobre una variedad de temas, desde política actual hasta las locuras de la mimada “socialité” Paris Hilton. Una de las mejores fue sobre su recuerdo del día del asesinato de John F. Kennedy.

La primera vez que no estuve de acuerdo con sus comentarios fue precisamente sobre la Srta. Hilton y para evitar disgustos, me abstuve de escribirle por unos días. La siguiente semana cuando le comenté el hecho, se tiró una carcajada y me hizo entender una lección importante: no se necesita estar de acuerdo con la opinión de otra persona para aceptarlo o respetarlo. Ese bien podría ser su legado.

Billy tenía una afición por descubrir y probar diferentes tipos de letra para escribir sus correos. Una vez fuimos con mi esposa a visitarlo a su casa y aproveché para enseñarle cómo instalar las fuentes sin tener que llamar a un técnico en cada ocasión. Desde entonces cambiaba letras más seguido.

Cuando publiqué mi primera novela en español titulada “Heredero del mal,” Billy me sorprendió con una columna dedicada a ella. Fue una crítica sincera, donde me alentó para seguir el camino de las letras. Gracias a sus sugerencias leí libros como “El lobo estepario” de Hesse y “Lo que el viento se llevó,” de Mitchell. Criticó mi gusto por las novelas de Harry Potter aunque me justificaba por tener tres hijos varones quienes esperaba las leyeran algún día.

Billy Peña murió en marzo del 2012. Asistí a su entierro en día de cielo gris. Su sobrino hizo oración por su alma mientras lloviznaba. En un momento quise saber cuándo fue la última vez que habíamos hablado por teléfono.  Busqué en el registro de llamadas de mi celular y la conversación ocurrió en un día especial: un 29 de febrero.

Dentro de poco publicaré mi segunda novela en español. Este proyecto se ha venido  madurando por tantos años que incluso Billy alcanzó a leerlo, revisarlo, y hasta opinar sobre la historia.

Hace unos días hice una limpieza de la lista de direcciones en mi cuenta de correo, y fue con cierta nostalgia que propinó esta columna en su memoria, pues no pude borrar su dirección de la lista de contactos. Por supuesto aún conservo los correos.



Publicado en Diario Tiempo el 26/Junio/2015
http://tiempo.hn/editorial/otras-opiniones/item/37390-en-memoria-de-billy-pena

1 comment:

  1. que barbaridad recién me entero.billy,de los mas grandes hondureños.RIP

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